Las agendas en materia energética en España y Europa tienen un asunto en común en este inicio de año: la promoción y el despliegue de los gases renovables y bajos en carbono.
Es el momento de afrontar, sin dilaciones, cómo aprovechar el gran potencial que nos ofrecen el biogás-biometano e hidrógeno para contribuir al objetivo compartido de la descarbonización de nuestro modelo energético.
El sector gasista apoya que la inminente Hoja de Ruta del biogás en España sea más ambiciosa y no se limite a un objetivo de producción menor, de tan solo 10,4 TWh anuales, y limitando que solo un 1% del gas consumido a través de la red de gas natural sea biometano en 2030 como se recogía en la propuesta sometida a consulta pública. Es viable y necesario que sea más audaz en sus objetivos, que no establezca límites máximos y permita acercarnos, al menos, al potencial razonable señalado por el propio IDAE del 10% de la demanda nacional.
El aprovechamiento y la valorización de los residuos – materia prima para la producción de biogás-biometano - son claros y las externalidades positivas asociadas son más amplias que las propiamente energéticas, como la solución de la gestión de los residuos, el desarrollo del ámbito rural y la generación de empleos de calidad, contribuyendo con ello a la reactivación económica y la necesaria cohesión territorial.
Un factor clave adicional para impulsar su desarrollo será la inminente aprobación por el MITERD del sistema de garantías de origen, que certificarán el volumen de gas y su calidad, y permitirá a los comercializadores y consumidores diferenciarlos del gas de origen fósil. Se trata de un incentivo necesario para facilitar el despegue de numerosos proyectos en nuestro país.
Por otro lado, el hidrógeno reclama acciones concretas que sobrepasen el fenómeno y la etiqueta de “energía de moda”. El hidrógeno verde se configura como uno de los vectores clave de la descarbonización por su potencial para favorecer el despliegue de nueva potencia renovable y facilitar el almacenamiento energético, pasando energía eléctrica a química, conectando las dos grandes redes energéticas actuales, la eléctrica y la gasista.
España tiene un gran potencial para el desarrollo del power-to-gas gracias a las horas de sol y viento que caracterizan a nuestro país, y a todas sus infraestructuras gasistas ya instaladas. Para aprovechar su máximo potencial, es necesario un impulso por parte de las políticas energéticas que ayude a escalar la tecnología, ayude a reducir los costes y atraer inversiones.
Debe ser también el año para planificar y avanzar en la adecuación de las infraestructuras existentes, para conseguir un aprovechamiento eficiente de la moderna red disponible y que puedan acoger sin disrupciones la progresiva incorporación (blending) de gases renovables para hacerlos llegar hasta los puntos de consumo de hogares e industrias. También en la adecuación y modernización de los sistemas de control y medida, en definitiva, seguir avanzando en el proceso de digitalización del sector.
Como expresábamos al finalizar 2021, el sector gasista seguirá promoviendo de forma decidida todas las iniciativas que impulsen el desarrollo de los gases renovables y apoyando un marco regulatorio estable y predecible que nos permita aprovechar todo nuestro potencial y facilitar así el cumplimiento de los compromisos climáticos adquiridos y transitar hacia un modelo productivo y energético justo y neutro en carbono hacia mediados del presente siglo. Estamos preparados y listos. Es el momento de hacerlo realidad. |